Agujero En El Corazón
Es extraño: esto me ha ocurrido una sola vez. Nunca lo había comentado...hasta ahora.
Pasó en un gélido día invernal; yo me sentía en pésimas condiciones. Estaba agotado por la interminable jornada laboral. Me vi en el espejo del baño, y pude ver cómo aumentaban de tamaño mis ojeras espantosas. Incluso me amenazaba un incipiente jaqueca, por lo que decidí adelantar mi hora de reposo. Después de un sinfín de vueltas en mi cama pude quedarme dormido.
No supe bien cómo, pero pude contemplar -mientras me sumergía en la profundidad de mi sueño- a un deseo vapuleado, el cual en su agonía me recordó una diluida promesa de antaño: "Entrará el amor en mi vida". Puede -a simple vista- ser una cursilería, pero en aquella ocasión caló hondo en mí.
"¡Diablos, cómo pude abandonar aquel pensamiento tan rápido!", pensé sorprendido mientras los latidos de mi corazón tocaban una música bastante insoportable.
Intenté abrir mis ojos, pero éstos permanecieron cerrados. Sólo ahí me percaté que estaba en un lugar poco seguro.
Pensé que algo terrible tenía que ocurrir en cualquier momento, pero un suspiro aromatizado me comentó: "Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos".
Pude asociar aquella frase con un libro que había leído hace mucho tiempo atrás, y -pese a que en un inicio creí que aquello era un disparate- pronuncié con ímpetu aquella cita a mi tempestuoso corazón.
Pronto, voraces fantasmas huyeron aterrados desde la espesa niebla que cubría el sector, pero algunos de ellos se quedaron ahí, en barbecho.
Bastante mareado aún, pude escuchar una melodía más amable. Logré darme cuenta que estaba más aliviado. Justo la alarma empezó a sonar, despertándome a las ocho de la mañana.
Tiempo después medité sobre qué había significado aquel raro sueño para lo que me quedase de vida, como si ello hubiese sido un punto final para alguna situación en particular, o el principio de algo mejor...no lo sé.
Quise volver nuevamente a aquel lugar más de alguna vez, no sé bien por qué. Pero no he vuelto. Y lo más probable que sea mejor así.
Cada vez que recuerdo aquello, no puedo evitar pensar en los fantasmas que quedaron escondidos entre la bruma. Pienso en que quizás no volverán a asomarse si no les presto atención.
Pero también, al rememorar esto, puedo percibir cómo un cálido alivio se asoma al ver cómo dicho primo deseo -que otrora se perpetuaba en el olvido-, ahora arde su promesa de amor en cada recoveco de mi corazón.
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