Dicha luz que no se puede ver

Somos tan malditamente vulnerables, y ahí estamos todos, pretendiendo ser inmortales

como si nuestros planes fueran eternos, el amor eterno, el mundo eterno, la vida misma...

siempre pensé que podía controlar las emociones, pero me complace ahora no tener que hacerlo

lidiando con demonios en mi armario, escribiendo testimonios de cómo sobrellevar esta angustia

quisiera ser tan ingenuo en creer, no sé bien en qué, pero tener aquel deseo hambriento de ser alguien desbordante en fe

la soledad a colores puede ser más inquietante que cualquier acompañamiento opaco

tengo la manía de respirar estertor, de soñar despierto, de incumplir lo prometido

no sé cómo, pero en mi suspiro reposa esta fatiga que se impregna en mi cara

el espejo se hace añicos, una gota de mi sangre rebalsa el agua cristalina

aquel rebaño de ovejas esqueléticas traerá pestes por sentirse robustas

y quienes duermen solaces serán los más sonrientes con la inevitable hecatombe.

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